“Estoy cansado, ama. No se—y tu sabes que no me gusta admitir eso. ¿Te puedo pedir un favor?”

“Si, por supuesto. ¿Que ha pasado?”

“Es que me preocupo. Me quiero centrar un poco mas, y al mismo tiempo no quiero perder lo que soy. Mi pasion, pues. Lo que me hace levantarme en la mañana. Siento que es algo que puedo perder.”

“Pues, yo pienso que es bueno centrarte. Tu trabajas mucho, mijo.”

“Eso si…”

Un silencio. La pregunta era, ¿porque trabajo tanto? Pero ella entiende que estamos hablando sobre mas que trabajo.

“¿Que es el favor?”

“O, pues nada. Solo que no se te olvide que pienso en ustedes aun que no hable regularmente.”

“Pues, gracias, mijo. Y igualmente. No mas que nos preocupamos cuando no hablas.”

“Aqui estoy. Hablando.”

Una sonrisa por telefono. “Pues si, ¿verdad?”

El favor que no pedi es que ocupo alguien quien reze por mi. He volvido a empezar otra vez.